Muchos de los que hoy estudiamos en la PUCP no teníamos ni cinco años el día que Alberto Fujimori pronunció su famoso "disolver, disolver". Y sin embargo, es una imagen que no debemos olvidar y que debemos tener siempre presente. El autogolpe del 5 de abril de 1992 marcó un nefasto quiebre con el orden constitucional. Significó el inicio de un gobierno autoritario, de una dictadura vestida de un institucionalismo falso.
El autogolpe fue la forma en que el condenado ex-presidente logró evadir los necesarios controles del poder para implantar un gobierno basado en el control de los medios de comunicación, la destrucción de los oponentes políticos, la corrupción y las violaciones a la propia Constitución que él se otorgó. Su mandato generó lo que los expertos han llamado la "anti-política", una forma lamentable de gobernar donde se crítica el diálogo y la participación como formas válidas de incidir en la mejora de nuestra sociedad.
Dieciocho años depués asistimos a un sainete donde pululan libres los que vendieron las líneas editoriales de sus programas, quienes justificaron secuestros y asesinatos y quienes se beneficiaron económicamente de la corrupción del régimen. Hoy, ellos se encuentran promocionando una candidatura presidencial sin más plan que la liberación de su líder máximo. Poco a poco salen libres (aunque sea con indulto), se acomodan en espacios de poder y buscan hacernos regresar a ese tiempo donde la injusticia, la coima y el silencio ante estas eran la moneda corriente.
El autogolpe fue la forma en que el condenado ex-presidente logró evadir los necesarios controles del poder para implantar un gobierno basado en el control de los medios de comunicación, la destrucción de los oponentes políticos, la corrupción y las violaciones a la propia Constitución que él se otorgó. Su mandato generó lo que los expertos han llamado la "anti-política", una forma lamentable de gobernar donde se crítica el diálogo y la participación como formas válidas de incidir en la mejora de nuestra sociedad.
Dieciocho años depués asistimos a un sainete donde pululan libres los que vendieron las líneas editoriales de sus programas, quienes justificaron secuestros y asesinatos y quienes se beneficiaron económicamente de la corrupción del régimen. Hoy, ellos se encuentran promocionando una candidatura presidencial sin más plan que la liberación de su líder máximo. Poco a poco salen libres (aunque sea con indulto), se acomodan en espacios de poder y buscan hacernos regresar a ese tiempo donde la injusticia, la coima y el silencio ante estas eran la moneda corriente.
Mañana, pues, se cumplen 18 años del último golpe de Estado de nuestra historia republicana. Es una (nueva) oportunidad para recordar que el autoritarismo, las violaciones a los DDHH y la corrupción no deben volver a gobernar el país.
Renato Constantino
Presidente
Links de interés
Fujimori y la caída de Abimael - Útero de Marita
Economía política de la era neoliberal peruana 1990 - 2006 - Efraín Gónzalez de Olarte
El Expediente Fujimori: Balance: lo bueno, lo malo, lo feo - Bajo la Lupa
El 5 de abril y el futuro de la democracia peruana - Desde el Tercer Piso
Sentencia a Fujimori - Poder Judicial
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